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Autoría y ano
Gustav Wertheimer, 1887
Técnica
Óleo/lienzo
Dimensiones
81'5 x 63'5 cm
Otra información técnica
Firmado y datado por el autor en el ángulo inferior derecho: "A sa bonne amie Emilia Pardo Bazán souvenir de Gustav Wertheimer. París 1887”.

Gustav Wertheimer (Viena, 1847-París, 1904) retrata a Emilia Pardo Bazán con un pañuelo de encaje que le cubre la cabeza y los hombros, sujeto en el pecho con una rosa, la sonrisa apenas esbozada, con una coquetería captada o quizá inducida por el propio artista. La pincelada es apreciable, suelta y abocetada, aunque más en la línea de los “manchistas” italianos, los macchiaioli, que en la de los impresionistas franceses.

Wertheimer logró su primer éxito en París. Con su participación en las exposiciones de arte en Ámsterdam, Londres y París obtuvo numerosos premios. Tras el retrato a la escritora, consiguió en la feria mundial de París diferentes premios honoríficos.

Por el año 1887, cuando el pintor firma este retrato, Emilia Pardo Bazán es ya una escritora consolidada y reconocida a nivel europeo. Ese mismo año edita La madre naturaleza (segunda parte de Los pazos de Ulloa), y, a partir de la separación matrimonial, viaja a París en los inviernos, donde reparte el tiempo entre reuniones sociales e investigaciones literarias. En enero de 1887, se encuentra en París terminando su conferencia para el Ateneo de Madrid sobre “La revolución y la novela en Rusia”, una aportación que difundirá en España las obras de Turgueniev, Dostoievski, Gogol o Tolstoi, en un momento en que es excepcional que una mujer imparta conferencias y más aun que estas se centren en la crítica literaria. Pardo Bazán valora la literatura rusa como la muestra de un realismo matizado por elementos espirituales y religiosos, muy afín a su sensibilidad.

La propia autora dejó constancia de dónde se encontraba este retrato veinte años después de recibirlo como regalo. “Mis retratos al óleo han tenido escasa fortuna. Ni el de Balsa de la Vega; ni el de Máximo Peña; ni el de Madrazo; ni el del célebre austriaco Wertheimer, logran contentar a los que los miran. Cada mirón les pone un defecto: la impresión general es de desagrado. Los he reunido en la biblioteca baja de las Torres de Meirás”, cuenta en el artículo titulado “Mis retratos y mis caricaturas”, publicado en la revista Caras y caretas.