Palco de la ópera
- Autoría y ano
- F. Muñiz, Principios del siglo XX
- Técnica
- Óleo/tabla
- Dimensiones
- 52 x 38 cm
- Otra información técnica
- Firmado y datado por el autor en el ángulo inferior izquierdo: F. Muñiz
A partir del siglo XIX la ópera se convierte en el espacio público de las clases burguesas y aristocráticas formando la comunidad con más público musical. La inmersión sensitiva de la que es objeto este público no es comparable en la época con ningún otro género. Aficionada y abonada al Teatro Real de Madrid y, en la temporada estival, al Principal de A Coruña (hoy Rosalía de Castro), Emilia Pardo Bazán se siente fascinada por las representaciones a las que acude, en las que todos los sentidos captan la grandeza del espectáculo, tal y como escribe en un artículo publicado en 1906 en la revista La Ilustración Artística, donde utiliza la teoría de su compositor favorito, Wagner, para afirmar “Es posible que (…) mi oído necesite, para penetrarse de la belleza de la música, el auxilio de mi vista”.
Este cuadro muestra un juego de pincel, colores y brillos que retratan la alta sociedad de principios del siglo XX en una escena propia de su modo de vida. El significado de los palcos en la ópera era principalmente social, ya que las personas que los ocupaban eran figuras relevantes de la ciudad que acudían al espectáculo para ver y ser vistas. En el cuadro se observa el momento en que no están atentos al espectáculo; cada uno mira en una dirección, entre charlas, quizá atendiendo a lo que sucede en otros palcos para encontrar personajes notables de la sociedad, incluso utilizando los prismáticos sin disimulo.