Pardo Bazán, la anfitriona excepcional y la crónica de salón
Emilia Pardo Bazán es una de las protagonistas de Anfitrionas: crónicas y cronistas de salones 1890-1930. La autora, Marisol Donís, presentó el volumen en la Casa-Museo de la escritora acompañada de la conservadora, Xulia Santiso, con quien conversó sobre una obra que aborda una de las pocas ocupaciones en las que las mujeres de la burguesía y de la aristocracia podían ser protagonistas. Doña Emilia fue anfitriona excepcional en sus casas de A Coruña y Madrid, donde organizó encuentros que destacaron por la pluralidad de las personalidades invitadas, desde artistas e intelectuales hasta políticos.
El volumen también se centra en la aparición de un nuevo género periodístico alrededor de las fiestas organizadas por aristócratas y burguesas: la crónica social. Los otros protagonistas del libro son así los cronistas de salones, entre los que se encontraban desde Bécquer hasta Juan Valera, creadores de una nueva forma de hacer periodismo y germen de la actual prensa rosa. Pero a pesar de ser también articulista habitual en la prensa de la época e invitada a numerosos eventos, Pardo Bazán no debe ser considerada cronista de salones, destaca Marisol Donís. “Nunca escribió sobre lo que veía en esas reuniones, ni una indiscreción sobre sus amigos. Los citaba cuando fallecían y les hacía un obituario. Escribía columnas periodísticas sobre temas variados, aunque hay que saber leer entre líneas. Así percibimos mucha información, más por lo que calla que por lo que dice”, expone la autora.
Otros cronistas sí escribieron sobre las veladas que doña Emilia organizaba en su hogar en la calle Tabernas de A Coruña y en el de San Bernardo de Madrid, lugares de encuentro de numerosos personajes de la vida política y cultural del momento. “Prestar atención a las huellas de Emilia Pardo Bazán en esta faceta aporta información sobre cómo ella misma construye su propio lugar en el mundo”, valora Xulia Santiso, que reivindica el valor del conocimiento de estas reuniones sociales. “Al desarrollarse en espacios apartados de las instituciones controladas por hombres, resultaron empequeñecidas por la historiografía. Pero la sociabilidad, la inteligencia y la educación de la anfitriona eran utilizadas en la búsqueda de una atmósfera cultivada y activa”, concluye.