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La biblioteca de doña Emilia

En el año de la celebración del centenario de la muerte de Emilia Pardo Bazán conviene recordar un importante aspecto de su biografía: su pasión por la lectura, algo poco frecuente en una época en que las mujeres tenían escaso acceso a la cultura. Esta afición dejó una clara huella en su obra y cobra forma también en su legado bibliográfico, un conjunto excepcional del que la Real Academia Galega custodia gran parte. Con motivo del Día Mundial de la Biblioteca, que se celebra el 24 de octubre, la biblioteca de la RAG destaca algunos de los volúmenes que seguramente la marcaron desde la infancia y que forman parte de su biblioteca personal, declarada bien de interés cultural a finales de 2020.

La afición por la lectura de Emilia Pardo Bazán comenzó en los primeros años de su vida, acrecentada por el apoyo incondicional de su padre, el diputado por A Coruña José Pardo Bazán, que puso su biblioteca personal a disposición de la pequeña. En este primer templo de sabiduría al que tuvo acceso, pudo saborear sus obras preferidas de la infancia, El QuijoteLa Biblia La Ilíada, según transmite ella misma en sus Apuntes autobiográficos, pero también otros títulos como Historia de la Conquista de México, de Antonio de Solís, Vidas de los varones ilustres griegos y romanos, de Plutarco, o Historia de cien años: (1750-1850), de Cesare Cantú. Degustó también en los primeros años la obra Nuestra señora de París, de Victor Hugo, procedente, esta vez, de la biblioteca del padre de una amiga.

Esta pasión por la lectura continuaría a lo largo de su vida, lo que le facilitó alcanzar una vasta cultura de forma autodidacta. Con el paso de los años ella misma se convirtió en coleccionista de libros y llegó a poseer una de las mejores bibliotecas privadas de su tiempo, consiguiendo muchos de los volúmenes, con hermosas dedicatorias autógrafas, como agasajo de los propios autores, desde los gallegos Curros Enríquez y Pondal hasta el francés Zola.

La mayor parte de esta colección estuvo durante la vida de la escritora en su residencia estival, las Torres de Meirás. El sacerdote Manuel Vidal Rodríguez (1871 -1941), que permaneció allí varios veranos, cuenta algunos detalles sobre este conjunto bibliográfico en su obra Vida de trabajo de la Condesa de Pardo Bazán y El Caudillo (Santiago de Compostela, 1939). Dice, por ejemplo, que los libros más selectos y mejor encuadernados estaban situados en la planta baja de la Torre de Levante, formando una sola pieza con el despacho y el recibidor particular, distribuidos en armarios de tres cuerpos verticales cerrados con llave. Comenta asimismo que Pardo Bazán los apreciaba de tal modo que ella misma ejercía de bibliotecaria, ofreciendo ejemplares a familiares y amigos que pasaban allí el verano, y una vez acabada su lectura los devolvía de nuevo a los estantes, guardando las llaves en el despacho. Nunca los ofrecía para ser llevados fuera del recinto de las Torres de Meirás, sino a modo de préstamo interno. 

Otras pequeñas bibliotecas dentro de las Torres de Meirás estaban situadas en su espacio de trabajo y en su dormitorio. La primera, en el piso superior de la torre, reservado a la producción de sus obras literarias, contenía una sección de libros de consulta. La segunda, en el primer piso, contaba con volúmenes de pequeño formato, lo que le permitía dedicar una media hora a la lectura antes de acostarse. 

La Real Academia Galega custodia gran parte de los volúmenes que pertenecieron a la escritora. Son cerca de 8.000 de los títulos que adquirió a lo largo de su vida, catalogados y a disposición de la comunidad investigadora. Cuatrocientos veinte títulos proceden del propio domicilio coruñés de la autora, hoy sede de la RAG y de su Casa-Museo, y los restantes de Meirás. En esta residencia, que cayó en las manos del dictador Francisco Franco en el año 1938, permanecen todavía unos 3.000 libros, según se determinó en la catalogación que se llevó a cabo a partir de las gestiones promovidas por la Academia en el año 2015, contando con la colaboración de especialistas de la Universidad de Santiago de Compostela y de la Universidad de A Coruña.

Todos estos volúmenes, y los que puedan permanecer en otras viviendas del dictador, están protegidos tras solicitar la Real Academia Galega su declaración como bien de interés cultural (BIC). La institución espera que este paso permita reunir en breve el conjunto de este patrimonio bibliográfico en su sede para ponerlo a disposición de la comunidad investigadora.